Los
vestigios de la cultura material dan cuenta del largo proceso de
asentamiento y desarrollo cultural del continente americano en general,
y de Mesoamérica en particular.
Las evidencias confirman el gran viaje que realizaron los primeros pobladores desde Asia hacia Alaska, seguramente siguiendo a la mega fauna que
habitaba esa región. La lingüística, la antropología física y la
biología molecular dan cuenta de diversas oleadas migratorias.
Unas
teorías apuntan a una entrada temprana al continente hace
aproximadamente 40,000 años, mientras que otras afirman que las
migraciones sucedieron hace unos 12,000 años.
De
cualquier manera, estas primeras generaciones de cazadores se fueron
adentrando en el continente americano a través de corredores libres de
hielo y muy probablemente, también navegando por las costas occidentales
(posteriormente, por la navegación a lo largo de esas costas llega, desde América del Sur, la metalurgia a Mesoamérica).
Las
primeras evidencias de presencia humana en la región maya datan del
final de la última Era Glacial, hace alrededor 12,000 años. Durante
milenios, estos grupos dedicados a la caza y la recolección produjeron
las herramientas necesarias para su supervivencia, como son puntas de
flecha de obsidiana y de basalto.
Por
su modo de vida nómada, los vestigios de la etapa precerámica (anterior
a la producción de cerámica) se concentran básicamente en los
campamentos temporales que eran ocupados en diversas épocas del año, de
acuerdo a las actividades que realizaban: recolección, caza, pesca u
obtención de materiales.
En
la región central de Mesoamérica, en el Valle de México, los primeros
asentamientos permanentes empezaron a aparecer entre 5500 y 3500 A.C.
La
práctica de la agricultura en la zona maya, aparece hace un poco más de
5000 años. En Colha, al norte de Belice, se hallaron vestigios que
indican que el maíz ya se cultivaba hacia 3500 A.C., mientras que el
algodón y el chile, más tarde, aproximadamente en 1700 A.C.
Los
restos materiales más antiguos de la cultura maya se encuentran en
Belice, Yucatán y Chiapas, y datan de entre 1500 y 1000 A.C., después de
que los primeros grupos de familias se asociaron en tribus y formaron
pueblos o caseríos. Practicaban la agricultura y la cacería, produjeron
objetos de barro y construyeron las primeras plataformas artificiales.
No se desarrolla todavía una rígida organización jerárquica de la
sociedad, aunque los individuos más capaces naturalmente se convirtieron
en los líderes que conducían las actividades del grupo y resolvían las
cuestiones de interés común.
El
tipo de construcciones que data de este período conocido como
Preclásico Temprano, eran muy semejantes a las viviendas mayas de la
actualidad, construidas en madera y lodo sobre una pequeña plataforma,
cubiertas con techos de hoja de palma.
Los
entierros formales datan aproximadamente del año 600 A.C. y revelan que
para ese tiempo, se habían ya elaborado ciertas concepciones respecto a
la vida después de la muerte, lo que originó ciertos rituales
mortuorios que incluía la presencia de ornamentos de concha y la
colocación de vasijas de barro y otras ofrendas.
En
el Preclásico Medio, entre el 600 y el 400 A.C. se inicia la
construcción de arquitectura pública y de recintos ceremoniales en
sitios como Tikal, Nak´be y El Mirador, en lo que hoy es Guatemala, en
Yaxuna y Dzibilchaltun, en Yucatán, y en Cuello y Cerros en Belice. Esta
actividad sugiere la presencia para esta época de sociedades
estratificadas, dirigidas por gobernantes capaces de ejercer un poder
político y económico.
Desde
estos primeros centros, la orientación de los sitios mayas presenta un
eje Este-Oeste, distinto al de los sitios olmecas, cuya orientación
primordialmente es Norte-Sur, lo cual indica que a pesar de ciertas
coincidencias, el desarrollo maya evolucionó de manera independiente y
autónoma.
Para
entonces, también se empezaron a construir las primeras canchas de
juego de pelota y se inicia la elaboración de esculturas monolíticas,
que mucho tiempo después fueron reubicadas y reutilizadas en otros
centros, en donde se convirtieron en símbolos a los que se les rendía
culto y se hacían ofrendas.
Es
probable que este desarrollo notable se haya debido a la introducción
de nuevas técnicas agrícolas y métodos de producción, lo que a su vez
trajo consigo una mayorcomplejidad social, política y económica, y con
ello, la emergencia de una elite poderosa.
En
la última fase del Período Preclásico, entre 350 y 250 A.C. se inicia
una era de arquitectura monumental en esos y otros sitios, en donde se
genera un patrón trino de distribución arquitectónica que perdurará por
muchos siglos y que conlleva un fuerte simbolismo del cual se hablará en
otra página. La construcción de esta arquitectura monumental siempre
en aumento, implicó necesariamente una enorme cantidad de recursos
materiales y humanos, ritmo que continuó durante más de mil años, hasta
el final del período Clásico.
Por
el año 200 A.C. empiezan a aparecer monumentos de piedra labrados con
símbolos mitológicos, como en Izapa, y un siglo más tarde inician los
registros en forma de escritura. Para el año 50 A.C. hicieron aparición
los rasgos artísticos que definen lo propiamente maya, aunque en ellos
se puede distinguir todavía una influencia olmeca, la cultura más
antigua de Mesoamérica, cuyo foco de desarrollo fue en la costa del
Golfo de México, para luego expandirse hacia el sur, donde dejaron una
rica herencia mitológica y cultural a los pueblos mayas.
A
partir del inicio del período Clásico, alrededor del año 200 D.C. y
hasta el advenimiento del Posclásico, en la zona maya se desarrollaron
diferentes estilos artísticos que definieron la arquitectura y la
escultura de las grandes ciudades de la época clásica, como lo son
Tikal, Copán, Caracol, Kalakmul, Yaxchilan, Palenque, Piedras Negras,
entre otras. Estos complejos urbanos eran el centro político, religioso,
social y económico de cada uno de los grandes señoríos que se
consolidaron durante ese tiempo. De estas capitales dependían otras
ciudades y aldeas, y de ahí se controlaban los territorios de selva y
tierras de cultivo que conformaban los señoríos.
A
partir de los últimos hallazgos y el desciframiento de importantes
textos jeroglíficos, se sabe que las ciudades de Tikal y Kalakmul
jugaron un papel especial pues fungieron como centros de poder alrededor
de los cuales, giraban todas las demás.
A
lo largo de los siglos, esta forma de organización permaneció operando,
lo cual permitió que todos estos señoríos prosperaran y crecieran,
cultivaran las artes y las ciencias, multiplicaran sus poblaciones y
establecieran relaciones con los señoríos vecinos.
EL COLAPSO MAYA
Sin
embargo, entre el 800 y 900 D.C. se puede constatar una gran crisis con
fuertes implicaciones que azoló a las Tierras Bajas del Sur, y con
ello, a sus bellas ciudades. La desarticulación de estas
ciudades-estado se dio lentamente, a lo largo de más de un siglo, cuando
ocurrieron diversos fenómenos causantes del evento histórico conocido
como el gran colapso de la cultura maya.
Por
un lado, habían llegado a asentarse principalmente en las Tierras
Bajas, algunos grupos extranjeros, comerciantes y navegantes, hablantes
del náhuatl, la lengua del Centro de México, pero también del maya,
quienes, al querer competir en poder con los antiguos señoríos,
intervinieron en la vida económica y política de la región, y causaron
severas dificultades y múltiples guerras.
Por
otro lado, los grandes centros urbanos de la época habían crecido de
tal manera que se generó un problema de sobrepoblación, que a su vez
trajo consigo desórdenes ecológicos, tanto por la tala inmoderada de
árboles de donde se obtenía la madera para la construcción, para cocinar
y para calentar la piedra caliza a partir de la cual se producía el
estuco con el que se recubrían las fachadas y los interiores de los
edificios así como los pisos de las plazas y calzadas, como por los
métodos agrícolas empleados y la desaparición de extensas áreas de
cultivo que se destinaron a la construcción.
Al
mismo tiempo, la competencia entre los diversos señoríos provocó
combates cada vez más intensos y frecuentes, por lo que la población
masculina se vio mayormente involucrada en actividades de guerra,
abandonando así las faenas agrícolas, hecho que se vio reflejado en la
falta de alimentos que al poco tiempo provocó un severo problema de
desnutrición lo que trajo también enfermedad, como lo atestiguan los
restos óseos de la época. Fue esta una era de hambruna, guerras y
desgracia.
Como
consecuencia, las ciudades fueron abandonadas, y sus señores,
olvidados; las poblaciones se dispersaron y la selva cubrió durante casi
mil años esas ciudades sagradas que caracterizan la etapa de máximo
esplendor de la cultura maya, conocida como período Clásico.
Esta
crisis sin embargo, sólo sacudió a las Tierras Bajas del Sur, pues al
mismo tiempo y un poco más al norte, se hallaban en pleno florecimiento
otras ciudades, como Chicanná y Becán en la zona del Río Bec; Uxmal,
Sayil, Labná y Kabah, en la serranía Puuc; y Oxkintok, Izamal, Chichen
Itzá, Yaxuná y Ek´Balam, en el norte de Yucatán.
Alrededor
del año 900 D.C., se inicia el período conocido como Posclásico, que se
caracteriza por una intensa influencia del Centro de México,
especialmente de la cultura tolteca cuya capital era Tula.
Para
finales del Posclásico, también en las Tierras Altas de Guatemala se
deja sentir una fuerte influencia azteca, al volverse una zona
tributaria de ese imperio del Centro de México. Los datos arqueológicos e
históricos revelan una época militarista, donde las diversas etnias
regionales se sumergen en una intensa competencia por el poder.
La
península de Yucatán, a la llegada de los españoles, estaba fragmentada
en 16 provincias o cacicazgos, que algunas veces se enfrentaban, mas no
ostentaban riqueza ni poder, pues no contaban con excedentes de
producción que les permitiera la construcción de grandes obras. Las
glorias del pasado maya no volvieron, sin embargo, el pueblo maya, hasta
ese momento mantuvo viva una identidad cultural y religiosa que ni la
Conquista ni la Colonia pudieron borrar.
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